Nadie anhela padecer el dolor.
Pero el dolor es una realidad
que hemos de aprovechar cuando llega.
Domestica tu dolor,
es decir, somételo a tu control.
Deja abierta en tu alma
la entrada a la esperanza
de que toda experiencia dolorosa,
como llego, va a pasar.
Ademas de esto, siente la angustia;
pero no la alimentes enfermizamente.
El dolor es fuego que quema
y, por lo mismo, podemos convertirlo
en crisol que nos purifica.
Acepta el dolor inevitable
para que temples tu carácter y adquieras
la virtud de una inquebrantable fortaleza.
"Vivir es un privilegio.
La vida humana debe ser una fiesta."
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