“Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores: uno con el que te casas o vives para siempre, puede ser el padre o la madre de tus hijos…Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella.
Y dicen que hay siempre,un segundo amor una persona que perderás siempre, alguien con quién naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan de la razón y te impedirán siempre, alcanzar un final feliz.
Hasta que cierto día dejarás de intentarlo…Te rendirás y buscarás a esa otra persona que acabarás encontrando, pero te aseguro que no pasarás ni una sola noche, sin necesitar otra beso suyo o tan siquiera discutir una vez más.
Ya sabes de quién que estoy hablando, porque mientras estabas leyendo esto, te ha venido un nombre a la cabeza.Te librarás de él o de ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la paz (será sustituido por la calma), pero te aseguro que no pasará ni un solo día en que desearás que este aquí para perturbarte.
Porque a veces se desprende más energía discutiendo, con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien al que aprecias”.
Fue toda una locura hecha emoción. En su mirada veía el “para siempre”, pero en realidad nuestro amor escondía un “hasta siempre”, porque ni uno de los dos nos olvidaremos, porque nunca los días y las noches serán iguales.
Me gustó esa intensidad con la que vivíamos, de sorprender al mundo con nuestras locuras.
Nunca dejaré de pensar en esa casualidad que el destino quiso que nos uniera un día cualquiera en aquel lugar.
Solo porque alguien no te ame como tú quieres, no significa que no te ame con todo su ser. No lo entendí hasta que no me percaté de que era imposible sostener un amor tan efímero y tan intenso en lo más alto de mi vida.
Sabía que este amor iba a romperme el corazón, pero no me importó y aun así lo quise con las ganas de tenerle a mi lado para siempre.
Durante mucho tiempo busqué en la herida como quien quiere encontrar un viejo recuerdo perdido en un baúl. Y mi corazón se hizo cenizas al saber que nunca te encontraría ahí, que ya te habías perdido entre los recuerdos del pasado y que si seguía tocando mi cicatriz iba a remover la herida.
De todas maneras nos enseñamos que el amor a veces aprieta, que no todos los amores son de nuestra medida, que a veces las cosas se quedan muy grandes para un mundo tan pequeño.
Y, sobre todo, juntos aprendimos que a veces es mejor pasar de largo de lo bueno. Entonces, PERDER LA LOCURA SE CONVIERTE EN LA ÚNICA VÍA DE ESCAPE…
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