miércoles, 24 de mayo de 2017

Ni las mentes ocupadas, ni los corazones satisfechos se meten nunca en la vida de los demás

Es común observar que quienes más tiempo y disposición tienen para opinar, inmiscuirse o afectar la vida de los demás, normalmente con connotación negativa, son aquellos que su vida no da señales de ser la más deseada o cotizada.

Lo que ocurre normalmente es que cuando se dedica el tiempo y la energía que se tiene disponible para ocuparse de los asuntos de los demás, probablemente los recursos que queden para invertirlos en la vida propia sean insuficientes y por ende se presenten muchas dificultades.

Quien está enfocado en su vida, en su desarrollo y no voltea para los lados con intenciones de perjudicar a alguien más, en tal caso busca ver a los lados para ver cómo puede ayudar, qué aporte está en sus manos ofrecer para mejorar la vida de otra persona o alguna situación a la que tenga alcance, tiene por lo general la intención de hacer de su vida algo interesante y fructífero.

Sin embargo, no faltan los casos de quienes están alertas a las actitudes y experiencias de otros para criticarlos, juzgarlos o tratar de involucrarse de alguna manera para controlarlos o llevarlos por el camino que ellos consideran adecuado.

Todos tenemos puntos de vista diferentes, asociados a nuestras creencias, a nuestras vivencias, a nuestra realidad y a algunos piensan que lo que es bueno para ellos es bueno para los demás o que lo que está a su alcance está al alcance de los demás.

Hay algo primordial con la que debemos ver a todos los que nos rodean y se llama: respeto. A partir de allí podremos ver con un criterio más adecuado las acciones de otros, aceptando sus maneras, sus conductas, su vida y su proceso evolutivo.

Debemos diferenciar cuándo somos llamados a ofrecer algo de nosotros algo que pueda contribuir en positivo en la vida de alguien más, bien sea por algún tercero o por nuestra propia consciencia. Pero esto solo debemos hacerlo desde la aceptación y el respeto, procurando siempre aportar y no restar en cuanto a balance general se refiere.

Si todos nos ocupamos de nuestra propia vida, de ser mejores, de hacer de nosotros su mejor versión, esto se traducirá en menos envidia, celos, competencia, críticas, juicios y menos intromisiones en las vidas de los demás, donde cada quien está haciendo lo suyo. Evitemos inmiscuirnos en la vida de los demás y que otros lo hagan en la nuestra a menos que la transacción genere ganancia para todos los involucrados.

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