martes, 18 de abril de 2017
Desnudarse no es quitarse la ropa, es abrir el alma
Muchas veces la intimidad es vista como el acto a través del cual dos personas entran en contacto íntimo, con una connotación netamente física, y en este contexto el desnudarse solo responde al hecho de despojarse de las vestimentas… Sin embargo solo aquel que ha sido capaz de abrir su alma ante otro entiende la profundidad y el sentido de desnudarse.
Cuando abrimos nuestro ser, más allá de lo físico, ante otra persona es cuando realmente sentimos la confianza, el afecto, la comodidad y la necesidad de descubrirnos tal cual somos, quizás con timidez, quizás con miedo de que lo que estamos mostrando no sea del total agrado o genere rechazo en esa persona que hemos escogido para mostrarnos más allá de lo evidente.
Despojarnos del ego, que nos aporta esa aparente seguridad, que nos hace sentirnos diferentes, en algunas casos inferiores o superiores, que nos hace temer la poca aceptación, despojarnos de todo aquello con lo que normalmente nos identificamos, es una barrera que no todo el mundo logra superar, solo aquellos que entran en conexiones especial tendrán la dicha de ver al otro desnudo a través de los ojos de su alma.
Algunas veces sentimos muchas ganas de mostrar esa esencia que supera lo básico y lo evidente, pero la otra persona sencillamente no se muestra receptiva ante esa entrega, con lo cual está demostrando demasiada identificación con su ego o muy poco interés en conocer lo que realmente puede definirnos.
En el amor, en el amor verdadero, no al que la mayoría está acostumbrado, existe la necesidad de conexión más allá de lo físico, existe la nobleza de mirar los defectos del otro desde el afecto, como cuando vemos a un pequeño tropezar aprendiendo a caminar. La compasión, la solidaridad, la capacidad de perdonar y de ver y apreciar la integración de almas que han venido a aportarse una a la otra, que han venido a nutrirse, sobrepasa cualquier limitación proveniente de la mente.
Definitivamente las personas tienen que reconocer su esencia antes de poder proyectarla a alguien más, quien no se entienda a sí mismo, quien no se reconoce más allá de lo que sus ojos pueden ver y su mente pueda pensar, estará limitado al momento de proyectar algo más allá de lo físico o recibir algo que no sabe apreciar y mucho menos entender.
Amemos desde nuestra esencia, desde lo profundo, respetando al otro en sus procesos y dando de nosotros lo mejor, desnudándonos en cuerpo y alma y haciendo de esa combinación la perfecta.
Vía: Rincón de Tibet.
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