Ser violinista es lo peor del mundo. Ya saben cómo va la escena: un amigo te dice para pasar la tarde con su enamorada, tú piensas que es una buena idea para no estar solo en la tarde y terminas arrepintiéndote frente a una pareja que se jura amor eterno en cada beso tipo película porno.
Admito que hay excepciones, pocas parejas respetan la presencia de una tercera persona con quien comparten el día, pero ocurre un fenómeno interesante llamado “el violinista de una relación no declarada”. A diferencia del violinista clásico, esta nueva forma de mal tercio ocurre cuando sus amigos (la futura pareja) aún no formalizan la relación y están en los coqueteos respectivos de los primeros meses. El violinista incauto termina aburriéndose junto a sus compañeros sin captar la onda de sus bromas, harto de no reírse de lo que parece gracioso y con las ganas de huir como un buen forever alone.
Este tipo de violinista es el más peligroso, porque no sabes precisamente qué te prepara la tarde si se cruzan dos amigos del sexo opuesto. Incluso, el peor cuadro de todos sería salir con una chica a quien planeas enamorar, te encuentras con un amigo y acabas de violinista, porque ella se lleva mucho mejor con él que contigo. ¡Auch, eso debe doler!
Pienso que lo mejor para evitar el mal rato es sincerarse, decir qué te molesta cuando te toque salir con una pareja de amigos y mostrar interés en compartir lo que se conversa, es decir, no distraerse para luego retomar la charla sin tener idea de qué rayos se habla. Si no eres bueno para el diálogo, pregunta si puedes llevar a una amiga (o un amigo), así tienes con quien aprovechar la salida sin depender de los tortolitos.
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