lunes, 27 de noviembre de 2017

Tengo razones para amarte todavía.

Sé que ha pasado tiempo, pero quiero decirte que te amo y tengo razones para seguir haciéndolo. Tengo razones para despertar y pensar en ti, para no sacarte de mi corazón, para guardarle un espacio a nuestros recuerdos, a nuestro pasado, tengo razones para creer que tu y yo terminaremos juntos. Imagínate si fuimos así de felices en el tiempo incorrecto, ¿cómo lo seremos cuando sea el momento correcto? Lo digo no solamente por la inevitabilidad de pensar en ti todas las mañanas y las noches, lo digo no solamente porque estoy irremediablemente enamorada. Lo digo porque mientras más hombres conozco, más te prefiero a ti. Porque todos mis caminos llevan tu nombre.

Porque no he encontrado a alguien como tú, porque cada paso que doy me acerca más a ti. Porque puede ser que todavía no lo entiendas, pero tú y yo vamos a terminar juntos, porque siempre hay algo que nos une, el destino, una mirada, porque tú y yo somos felices juntos, la prueba está en que cuando nos miramos ambos sonreímos sin querer.

Te amo, después de tanto tiempo, de tantas cosas que pasaron, porque nadie ha borrado las huellas que dejaste en mí, porque nadie ha pisado tanto y tan profundo. Porque a pesar de que queramos evitarlo hasta nuestras miradas se buscan y al final como nosotros dos, terminan encontrándose. Porque el amor dicen que dura apenas unos meses, yo llevo años sintiéndome así, tú llevas años acelerando mi corazón, teniendo en tus manos mis ganas de estar contigo. Porque eres y serás quien me motive a ser mejor, porque hay conexiones que no se pueden negar, por más que quieras, no podemos hacer nada con lo que sentimos el uno por el otro.

Porque a pesar de que no estamos juntos, tú nunca me faltas, en todo momento, los buenos, los malos, los importantes e incluso los cotidianos. Porque no he encontrado con quien me sienta así como tu me hiciste sentir, porque estoy segura que tu tampoco, porque nos perdimos pero no es tarde para recuperarnos, para por fin estar juntos para ser felices como algún día lo fuimos, como siempre debió ser.

Y sobretodo, porque si lo nuestro no formará parte de este futuro de incertibumbre, que al menos sirva para escribir una historia.

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Amor que no se cuida, amor que muere de a poco…


Decir adiós en cualquiera de sus formas, por lo general no resulta nada grato. Tomar la decisión de marcharte o dejar ir a alguien que consideras importante en tu vida, puede ser una de las decisiones más difíciles que se pueda tomar.

Normalmente responde a la decepción producida por el hecho de saber que no vamos a obtener lo que queremos para nuestra vida, a una reacción impulsiva o a la complacencia de las necesidades del otro, que de manera explícita o tácita ha hecho lo posible porque la situación decante en una separación.

Ciertamente las expectativas en las relaciones no favorecen mucho, el esperar un comportamiento particular del otro, el tener una lista de deseos, puede generar una gran frustración. Sin embargo, más allá de las cosas puntuales que se esperan del otro, tenemos que considerar qué nos hace sentir bien y qué nos distancia de nuestro centro.

Cuando sentimos que no somos prioridad en la vida del otro, cuando vemos que todo viene a menos, que nuestras actitudes molestan, que se nos coloca en una posición de “si te gusta bien, y si no también”, muchas veces nos sentimos que no estamos contribuyendo en la felicidad del otro y mucho menos lo estamos haciendo con la nuestra.
 Debemos tener claro qué es lo que merecemos y sin ser arrogantes, trabajar en ello, no esperar menos, dar lo que nosotros esperamos recibir. Si sentimos que estamos dando lo mejor de nosotros y aun así no estamos siendo retribuidos de la misma manera, debemos replantearnos escenarios.

Podemos amar mucho a alguien, podemos querer inclusive que esa persona se mantuviese el resto de la vida a nuestro lado, pero si lo que hacemos no resulta suficiente para la otra persona, si siempre hay una crítica, una actitud de desinterés, gestos que demuestren que estamos siendo ignorados o poco considerados, es una buena oportunidad para llamarnos la atención y definir qué es lo que queremos y cómo lo queremos.

Nadie tiene la posibilidad de saber los sentimientos del otro con certeza, pero sí podemos apreciar las demostraciones, si estas cada vez son más distantes, más forzadas, no hay manera de no darse cuenta de la realidad. Y sí, es cierto que todos cambiamos de manera continua, que nuestra relación hoy no es la misma que la de ayer, ni será la misma el día de mañana, pero si los cambios van en dirección opuesta a lo que queremos construir, será muy difícil encontrar un punto de retorno.

Amor que no se cuida, amor que muere de a poco. Muchas veces, cuando no logramos acordar con la persona que amamos un plan de rescate cuando las cosas van empeorando, cuando decimos y actuamos, cuando argumentamos y demandamos y las cosas siguen un curso que va hacia peor, resultará conveniente un triste, pero oportuno adiós, poniendo un tanto de lado los sentimientos y enfocándonos en lo que estamos recibiendo vs. lo que nos gustaría conseguir en nuestra relación amorosa.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Me quedé con ganas de quererte.


Desde que comencé a escribirte lo hago en la madrugada, no soy tan valiente como para abrir tu recuerdo en medio del día. He de confesar que unos días estoy más rota que otros, y que he encontrado más de 100 formas de decirte que te quiero, que mis manos reclaman que no lucharas por mí, lo dicen mis versos en las cartas que asumen tu partida.


Que probablemente te escribo para deshacerme de todo aquello que me está rompiendo los recuerdos y es que ¿cómo podría estar tan mal buscando en otros lados lo que ya encontré en ti?
Debo confesar que desde que te perdí imagino en todos tu cara, tus ojos, tu voz, me imagino tus besos y poderlos tener en cualquier ciudad, en cualquier momento, que de vez en cuando me invaden malos pensamientos y me pregunto si tus labios rozarán otros o si pensarás en mí.

Que me duele el corazón tanto como nuestra historia y que algún día me armaré de valor para decirte que vengas conmigo a cualquier parte del mundo en la que esté.

Para amar nuestro presente y no vivir a base de recuerdos, para esta vez querernos bien y de frente, para no olvidarte, ni quedarme con las ganas de tenerte.
Para ahora sí tomar tu mano al lado de un lago, mirar tus ojos cuando sonrías, reír contigo e intentar que esta vez sí funcione el hacerte feliz.



viernes, 17 de noviembre de 2017

Carta al miedo: no me destruyes, me reafirmas.

 
El miedo me ha realizado visitas las últimas semanas; me pone a temblar cada que toca a mi puerta: dudo de mí misma y vuelvo a caer en su juego.
Es cierto, me hace sentir insuficiente, poca cosa, diminuta, insignificante. Pero no, he decidido no abrirle la puerta ni una vez más; hoy he decidido dejar de llamarlo “mi amigo”.

Lo sueños fueron creados para cumplirse, y no voy a morir inconclusa. Sí, tengo miedo al fracaso, pero tengo más miedo a dejar de intentarlo.

Nací para hacer lo que me apasiona, nací para esto, nací para ser alguien y nadie me va a decir que no lo merezco o que me detenga porque la vida es difícil, porque de todos modos lo fácil nunca me gustó.
La tormenta había azotado hasta la columna vertebral de mis sueños, la había debilitado, y por un segundo pensé que por primera vez iba a colapsar, pero no…. No me destruiste, me reafirmaste.

Puede ser que tropiece otras mil veces y que marque mi cuerpo con cicatrices, pero prefiero salir a pelear, que mirar desde aquí, donde nada sucede.

Tomo mis libros, empaco la ropa, guardo mis dudas en el cajón donde arrumbé a las malas personas, los malos ratos, y el dolor, porque pertenecen ahí: en el olvido.

No tengo un plan, aún estoy aprendiendo a tomar vuelo, aún estoy aprendiendo a dejar de lado “lo seguro”. Lo que sí sé es que a donde sea que vaya, voy a llevar el olor de casa conmigo.
Paso a paso, poco a poco; “Lento porque vamos lejos”, como leí un día. Así tome años, así tome otras mil batallas contigo, miedo, yo voy a volver a nacer en la mañana.

No hay batallas perdidas, solo lecciones aprendidas, por eso es que no voy a ser tu prisionera, no voy a ser víctima de tu hechizo.

Así llore miles de noches más, así duela hasta el alma, yo he de volver cada vez más fuerte, porque cuando apareces y quieres romperme, ¡No! No me destruyes, me reafirmas.
Provocaste ya muchas tormentas, en ninguna morí; hoy podrías burlarte de mí, intentar hacerme sentir menos, pero no, ahora yo soy tormenta.

Provocaré ciclones, cruzaré los mares, cada rincón de cada continente, que mi nombre llegue a oídos extraños hasta que no tenga que presentarme más.

Te compré ya, un boleto para la primera fila, para que aplaudas lo que suceda de aquí en adelante, porque, aunque sé cuántos sueños haz roto, el mío sigue intacto.
Porque yo que era fuego, me apagué; de mí solo quedaron cenizas. Ahí, flotando en el agua gris aprendí de ella, a bailar con ella, a sobrevivir la catástrofe, y como buena autodidacta que siempre he sido, aprendí a no ser llovizna, sino el ojo del huracán.

Texto por: Arte Jiménez

miércoles, 15 de noviembre de 2017

CUANDO EL MIEDO LE GANA AL AMOR

A ti te dio miedo estar conmigo, yo representaba un reto, salir de tu zona de confort, yo era el primer paso para un cambio en tu vida y un giro de 180 grados a tus viejas manías, esas que tanto querías dejar atrás pero que nunca te atreviste.

Te daba miedo que fuera tan inteligente, que me quisiera superar, que tuviera visión, te dieron miedo mis grandes sueños, mis aspiraciones, te aterraba la idea de que por primera vez en tu vida no podías manejar a alguien a tu antojo, que yo no me dejaba, pero me amabas y yo a ti, por eso decidiste seguir.

Me miraste a los ojos y me dijiste que por mí ibas a cambiar, incluso sin que yo te lo pidiera, porque ambos sabíamos que era necesario, no podías estar en una relación conmigo y con tus miedos porque ambos sabíamos que yo merecía algo mejor, y tú también, pero no te diste cuenta, no lo suficiente.

Pasaron meses para que cayera lo que siempre cae en las relaciones, la rutina, la peligrosa rutina a un paso del amor, a un paso de dejar todo lo que llevábamos cargando atrás, para que fuera por fin parte del pasado, pero no, no fue así, tu demonio más grande volvió por ti, nos volvió a alejar, nos distanció de tal manera que cuando quise tomar tu mano ya estabas demasiado lejos.

Las peleas, los reproches, el sindrome de abstinencia, tus cambios de humor, todo eso que no me decías, principalmente que querías volver a tus viejos hábitos; a pesar de que al principio quisiste cambiar por mí, no duró mucho…

Te dio miedo estar conmigo, porque es más fácil evitar los retos irse por la tangente y no tener una vida mejor, un futuro con alguien que estaba dispuesta a lidiar con esos monstruos con los que tú nunca quisiste lidiar.

Te falto valor, te faltó paciencia, te faltó ver que cuando uno se aleja de los demás también se aleja de si mismo y por eso en vez de aprender a querer aprendiste a temer.

No te culpo, los retos asustan, demandan, el amor cansa es un trabajo diario, pero cuando lo conquistas, al final del día volteas con la satisfacción de que has hecho bien, a eso le llaman felicidad y tú estuviste cerca de encontrarla conmigo.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Te daré un beso cada mañana para que nunca te preguntes si te quiero

Eres todo lo que buscaba, me llenas y me haces una de las personas más felices de esta tierra. Gracias a ti he aprendido lo que es el amor verdadero, lo que significa estar enamorado y entregarse a esa persona sin importar nada más; estar al pendiente de ella e intentar demostrar el significado que tiene para ti todos los días, intentando enamorarlo todos los días, sobre todo nunca dejar que se pregunte si realmente hay amor dentro de ti.

Todo lo que quiero lograr en mi vida es demostrarte lo mucho que importas y todo lo que haría por ti, todo lo que esta dispuesta a ofrecerte. Lo importante es demostrarte día con día el amor que te tengo para que nunca llegues a preguntarte si realmente te quiero, para que nunca te haga falta amor e intentes ir a buscarlo en otro lado. Te quiero y haré todo lo que está en mis manos para demostrártelo.

Te daré un beso cada mañana de mi existencia para demostrarte el amor que siento por ti, te abrazaré cada una de nuestras noches juntos para que puedas sentir que ahí estoy y darte esa seguridad de que estaré por siempre, que mi amor nunca te hará falta, pero que sobre todo, sin importar la situación estaré ahí, estaré para apoyarte, para estar al pendiente de ti y de todo lo que llegues a necesitar.
Eres lo mejor que tengo y lo mejor que me ha pasado en esta vida llena de subidas y de bajadas, es por eso, que no quiero hacer nada para perderte; es por eso que no me quiero sacar de ti ni cometer un error que haga que te alejes y no quieras volver. Gracias por estar aquí.

Gracias por estar cerca de mí, por mantenerte en este amor que día con día crece gracias a la atención que ambos le entregamos, al esfuerzo de todos los días para que siga creciendo. Quiero agradecerte todo lo que sea necesario, y aunque sé que nunca terminaría. Sé que sería muy difícil decir un gracias de la inmensidad de lo que tu me entregas. Me has entregado una parte de ti cada día, algo que pueda guardar como un tesoro en mi corazón que me pueda recordar quien eres y quien has sido en mi vida desde el principio. Quiero entregarte mi corazón entero de a misma manera como me lo has entregado tú. No podría terminar de agradecerte que me has hecho tan feliz y me has hecho descubrir y hacer cosas que yo nunca imaginé. Te quiero y te lo demostraré cada día, para que en ti haya una parte de mí, para que puedas guardar por la eternidad, manteniendo el amor que te he dado durante todo el tiempo que hemos podido compartir nuestra vida y todos esos momentos llenos de lagrimas y sonrisas. Espero lograr demostrarte todo lo que aquí plasmo y tener vida para demostrarte lo mucho que me importas y lo dispuesta que estoy de estar a tu lado por una eternidad… aún después de la muerte.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Madurar es aprender a querer bonito, a extrañar en silencio, a recordar sin rencores y olvidar despacito.

La mayoría de nosotros tenemos un plan de vida, hemos creado imágenes visuales concretas sobre aquellas cosas que deberían de hacernos felices al llegar a nuestras vidas, eso está bien, visualizar los objetivos te llena de energía y convicción para no decaer en los momentos difíciles pero hay algo que no muchos tenemos y es la capacidad de ser flexibles con nuestros sueños, la capacidad de darnos cuenta cuales sueños fueron forjados por nosotros mismos y cuales fueron implantados por opiniones ajenas.


Yo creo que la madurez no es algo que sea adjunto únicamente a la edad, creo que la madurez viene más de la sinceridad hacia nosotros mismos y los demás que al paso de los años, aunque es verdad que la edad ayuda a madurar, esto se debe a haber comprendido ciertas cosas de la vida, pero hay personas que igualmente pueden comprender a la primera su error, y pueden ser jóvenes maduros en su manera de pensar, de percibir la vida, a ellos mismos y a los demás.

Cuando hablamos de amor nos suelen venir a la mente algunos pensamientos clichés que creímos verdades gracias a la televisión, o a las charlas de otras personas, pero en la realidad un amor no necesita ser tan deslumbrante, tan lleno de problemas superados, no necesita ser perfecto, no necesita ser incluso como lo imaginamos que sería, solo necesita ser sincero, comprensivo, flexible, tierno, la pasión se da por si sola cuando los cuerpos se encuentran, todo lo demás viene de uno mismo y del concepto de amor que se tenga.

Una persona madura sabe guardar silencio, sabe amar en silencio, sabe pensar sin decir sus ideas, porque las cosas que se dicen pierden muchas veces la necesidad de realizarse, porque la felicidad ajena es algo que suele incomodar a los demás, y porque la tristeza es algo que se vive a nivel personal, así que es poco probable que al mencionar estas cosas alguien realmente te entienda, porque nadie vive tu vida, nadie nunca sabrá exactamente cómo te sientes.


Las personas maduras no guardan rencores, saben que el tiempo se encarga de poner a todos en su lugar, sabe que las personas que se fueron deben quedar en el pasado, saben que si algo no funcionó no se le debe dar más vueltas en la cabeza, saben que el tiempo es oro y que no tiene caso desperdiciar el tiempo presente por asuntos del pasado que no se pueden cambiar.

Las personas maduras no tienen prisa por olvidar, saben que todo llega a su momento, ni tarde ni después, ellas siguen viviendo sus vidas, siguen disfrutando de la compañía de quienes les aman, siguen adelante, simplemente siguen, porque saben que esa es la manera en que las cosas se olvidan, siguiendo a pesar de todo, por eso no tienen prisa, por eso no se desesperan, porque saben que el tiempo se encargará de cerrar las heridas, porque saben que por mucho que duela todo siempre se termina superando, porque saben que lo que no te mata te fortalece, por eso olvidan despacio.

LAS PERSONAS MADURAS NO SON NECESARIAMENTE MAYORES DE EDAD, LAS PERSONAS MADURAS COMPARTEN UNA CARACTERÍSTICA IMPORTANTE EN GENERAL, Y ES SIMPLEMENTE ACEPTAR LA VIDA COMO ES, LAS PERSONAS, LOS HECHOS, DE LO QUE LES MOLESTA CAMBIAN LO QUE PUEDEN, Y LO QUE SABEN QUE NO PUEDEN CAMBIAR LO ACEPTAN Y VIVEN CON ELLO, PARA MÍ UNA PERSONA MADURA SABE QUERER BONITO, A EXTRAÑAR EN SILENCIO, RECORDAR SIN RENCORES Y OLVIDAR DESPACITO.