Adoro que me acaricien el alma, me encanta tener en mi interior la sensación de que alguien ha estado en mí sin ni siquiera tocarme, quiero que me toquen el alma… la piel la toca cualquiera.
Sentir una caricia es siempre agradable, puedes sentir como cada bello de tu piel reacciona al contacto de esa persona que lograr que las extremidades como si fueran de cartón, pero una caricia en el alma va más allá de las barreras del cuerpo.
Acariciar el alma es, seducir con las palabras, para encender emociones insospechadas, es cuando un susurro puede invadir todo interior, acariciar el alma, es ese momento mágico en donde el tiempo transcurre despacito, en donde el tedio y la pesadez del día se diluye con el sentimiento desbocado de esa palabra que logró tatuarse dentro.
La atracción física y carnal puede manifestarse muchas veces a lo largo de un solo día, pero como dice esa popular cita del poeta… “Si todo el mundo fuera ciego ¿a cuanta gente impresionarías?(Boonaa Mohamed), con lo anterior no se trata de dejar una buena o mala impresión en el sentido superfluo y banal de la frase, la vida se trata de dejar huella de manera positiva en alguien, y cuando amas a ese alguien, esa huella se deja grabada con caricias directas en el alma.
No hay mayor atracción que la de dos mentes que encajan, que embonan a la perfección, no hay mayor atracción que la de dos mentes que se buscan y se descubren más allá de la piel, más allá de los sentidos, porque acariciar el alma es renacer en el otro sin dejar de ser uno mismo. Es saber lo que piensa el otro sin decir palabra, es adivinar ese beso que no se da.
Suelen ser muy pocas las veces en que llegamos a experimentar una auténtica unión mental con alguien
Porque amar a alguien con nobleza es también saber desnudar el alma con humildad.
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