Evidentemente nadie nos pertenece, somos seres libres, así debe ser, y cuando aceptamos a alguien a nuestro lado, lo hacemos en consciencia plena de que los defectos y las inconformidades se harán presentes, incluyendo la naturaleza innata del ser humano de sentirse libre y constantemente atraído por personas y cosas, sin embargo, más allá del compromiso, solo quiero ese momento único que dibujará una sonrisa en mi rostro cuando llegue a mi mente, o que me haga ruborizar o le dé picardía a mi mirada.
No pido eternidad ni exclusividad, solo un instante que me pertenezca, un momento mágico, uno de esos espacios que siempre dejan deseos de repetir. Las personas van y vienen en nuestra historia, forman parte de nuestra vida, unos permanecen, otros se van, lo que quiero de ti es ese fugaz recuerdo, sin lamentos, ni errores, solo la sensación de vida.
Los conflictos llegan, la vida se torna complicada, tenemos afines y también antagonismos, situaciones personales, económicas, familiares, laborales, de cualquier tenor, pero no quiero nada de eso, solo un instante en blanco, donde la quietud anteceda cualquier locura.
No sabemos a ciencia cierta donde estaremos mañana, solo sabemos lo que deseamos, donde nos gustaría estar, más la vida no siempre toma el rumbo esperado, por el contrario, está constantemente llena de sorpresas, de cambios inesperados y así nuestra historia puede ser hoy una cosa y mañana otra completamente distinta, cuando llegue ese momento, quiero preservar mi instante contigo.
Pueden haber muchas personas en tu vida, puedes estar lleno de compromisos y agobiado por diversas causas, pero yo no deseo nada de eso, no quiero ser tu paño de lágrimas ni tu consejera, no quiero juzgar tus decisiones ni aclararte el panorama, quiero plenitud y entrega expresada en un instante que perdure para siempre entre los dos.
Quizás nunca más vuelva a verte, quizás te acompañe el resto de tus días, pero justo hoy, solo me importa el ahora y así quiero vivir lo contigo…
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